domingo, 28 de julio de 2019

Espejo

Hace mucho tiempo participé en un reto que consistía en definir una palabra de uso cotidiano dotándola de significado propio. La palabra escogida fue espejo, y el resultado fue una pequeña historia que por algún motivo que ahora desconozco nunca llegué a publicar. La encontré ayer, en uno de esos días en los que se hace limpieza de los documentos esparcidos por el ordenador y descubres cosas que ni te acordabas que en algún momento habían ocupado tus pensamientos.

                                                                                                                        foto por Taylor Smith, Unsplash

espejo

Del lat. specûlum 

7. m. Objeto peligroso y aterrador que se encuentra en mi cuarto de baño, justo a la derecha, a un ángulo de 47 grados desde la ducha. Y en la entrada de casa, en frente de la puerta, directamente debajo del reloj. También en el cuarto de mis padres, de cuerpo entero, dentro del vestidor. Hay dos fuera del coche, uno a cada lado, y otro dentro, entre el asiento del conductor y el copiloto. El diccionario afirma que refleja la imagen que tiene delante, pero el médico me dijo que no era mi reflejo real lo que yo veía en el cristal. Cuando lo veía, porque me pasaba la vida evitándolos. Nunca miraba a la derecha en el baño, ni hacia delante al llegar a casa. Al cuarto de mis padres hacía tiempo que no entraba. 

El médico me ha pedido que deje de huir de ellos, dice que ahora soy un poco más fuerte. Parecen haberse ido arreglando poco a poco, porque cuando me atreví a enfrentarme a mi reflejo, descubrí que mis mejillas redondas habían desaparecido. En su lugar encontré unos pómulos demasiado marcados, sobre un cuello junto a unas clavículas excesivamente salidas. Lo que vi no fue a una adolescente de muslos redondeados, sino a una chica huesuda y lacrimosa, aferrada a una mujer aún más llorosa, cansada y con los ojos cerrados. Mi madre no se percató de mi cara de sorpresa, porque ella era la de los ojos cerrados. 

Sigo evitando a los espejos. Ya no me avergüenzo de mis gruesos muslos y mis dedos rechonchos. Me avergüenzo de lo que ven todos los demás. Una chica demasiado flaca que no se supo querer lo suficiente.

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