domingo, 29 de marzo de 2020

Manta doblada y dos almohadas

Esta cuarentena me ha permitido tener tiempo para sentarme en mi mesa a la una de la mañana y rebuscar entre todas las hojas en sucio que tenía apiladas en una esquina del escritorio. Hojas que nunca miro con historias escritas de cualquier manera, sin respetar márgenes ni líneas rectas, con letra un poco difícil de descifrar. 

Entre todas esos papeles encontré esta, a lápiz en un folio medio arrugado. Me acuerdo perfectamente de la noche en la que la escribí. Y este me parece el momento perfecto para compartirla.


"Venir a casa de mis abuelos es como volver a ser niña otra vez. Es como dejar de tener preocupaciones unos días. Es tener la barriga siempre llena y dormir muchas horas. Es sentirte arropada por un cariño incondicional. 

Lo noto en la manera en la que mi abuela me hace la cama. Con una manta que sé que colocó con cuidado debajo de la colcha para que no me diera frío. Dos almohadas. Mi abuela sabe que, aunque solo use una, me gusta tener la otra al lado cuando duermo. La manta de la siesta que dejé tirada de cualquier forma ahora doblada cuidadosamente a los pies del colchón.

Cuando vengo a pasar la noche aquí, mi abuela pone la radio tan baja que no la oye, para que yo pueda dormir tranquilamente. Mi abuelo se levanta temprano, y nos corta jamón para hacernos un bocadillo de antes de la guerra, como dice él. Un bocadillo que tendremos preparado cuando nos levantemos y entremos en la cocina con cara de sueño y pelos de locas, y ellos nos sonrían y nos den un beso de buenos días.

Mis abuelos nos demuestran todo lo que nos quieren con detalles que se notan solo si te fijas. Nos lo demuestran en una cama hecha con cariño, en un silencio tranquilo por la noche. En una mirada de mi abuelo antes de marcharse por la mañana, cuando nosotras todavía seguimos durmiendo. En un cierre cuidadoso de la puerta para que no nos despertemos con las voces. En el plato de montaditos para el desayuno preparado en la encimera de la cocina.

Cuando me marcho de casa de mis abuelos, me voy un poquito más gorda, y mucho más feliz, llena de comida rica, mimos, y cariño."

Escrito por la noche, mientras mi abuela lee en la habitación de al lado, sobre las sábanas que colocó cuidadosamente cuando supo que veníamos.

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